Por Nigel D’sa.

Este artículo contextualiza el fenómeno OVNI (Objeto Volador No Identificado) y la cuestión relacionada con encuentros extraterrestres. En particular, examina el desprecio de las autoridades sobre el ámbito de la investigación seria. A pesar del creciente volumen literario académico y científico de las últimas seis décadas, el tema de los ovnis (y los encuentros extraterrestres) todavía provoca un profundo escepticismo, desprecio y ridículo dentro de la comunidad académica y de las ciencias. Esta reacción es indicativa de un ‘tabú ovni’: un esfuerzo concertado dentro de las tres principales instituciones productoras de consenso (gobierno, ciencia y medios de comunicación), para marginar y suprimir el reconocimiento de los OVNIs o relegarlos al ámbito de la ciencia ficción, el periodismo sensacionalista, teorías marginales y fantasía cultural (colectiva). Como tal, el ‘tabú OVNI’ opera en la sociedad como una «epistemología de la ignorancia», un término que Charles Mills (1997) utiliza en el contexto de la raza, y que utilizo aquí a propósito de examinar las formas en que se produce y circula la ignorancia del fenómeno OVNI, aplicado ello, junto con los fundamentos políticos y psicológicos del tabú.

Una revisión de la literatura de los principales trabajos académicos servirá tanto para contextualizar la historia del problema OVNI, como para contrarrestar la inviolabilidad del tabú. El artículo esbozará algunas perspectivas disciplinarias comenzando con un examen de la teoría política detrás del tabú. La escuela de Psicología Transpersonal, el trabajo de John E. Mack y un enfoque paralelo en Antropología nos ayudarán a conceptualizar el aspecto más controvertido del fenómeno: la experiencia de la abducción extraterrestre. El artículo concluye con un resumen de las principales hipótesis explicativas de los ovnis y las abducciones, y señala la necesidad de un proyecto de investigación interdisciplinario internacional, delineando algunas de sus características. Este artículo no intenta resolver el problema OVNI. Pero al preguntarnos qué puede decirnos el OVNI –a través de su presencia insistente y nuestra extraña apatía hacia su presencia– acerca de nuestro mundo, nuestros sistemas de conocimiento y nuestros sistemas de gobierno, sostengo la importancia del fenómeno y la responsabilidad que recae sobre nosotros, a la ciencia y a la academia, para legitimar su estudio y contribuir a una comprensión del mismo.

El tabú y definiciones

En los Estados Unidos, el fenómeno OVNI (así como la cuestión relacionada cons encuentros extraterrestres) se trata como algo “conocido”. No es necesario investigar los OVNIs porque se “sabe de antemano” que tienen una explicación androgénica o natural. A quienes han vivido encuentros extraterrestres y abducciones también se les “diagnostica de antemano” que padecen enfermedades mentales o mienten. Este desprecio oficial sigue prevaleciendo en Estados Unidos, mientras que otros países, con Francia a la cabeza, siguen investigando y divulgando información. El CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), la agencia espacial francesa (el equivalente francés de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos o NASA), gestiona el GEIPAN (Grupo de estudios y de información sobre fenómenos aéreos no identificados), un departamento creado en 1977 para investigar los ovnis, y que, desde 2007, pone a disposición sus archivos en línea al público. En 1999, militares franceses de alto rango, junto con el ex jefe de GEIPAN y el ex jefe del CNES emprendieron un proyecto de grupo independiente llamado COMETA y publicaron un importante informe: Ovnis y defensa: ¿para qué debemos prepararnos?

En él los autores determinaron que el 5% de los objetos voladores señalados en los avistamientos de ovnis parecen “ser máquinas voladoras completamente desconocidas con actuaciones excepcionales y guiadas por una inteligencia natural o artificial” (Kean, 2010, p5). El informe concluye que la mejor explicación para ellos es la hipótesis extraterrestre. El jefe de GEIPAN en 2005, Yves Sillard, declaró de manera inequívoca y registrada que “la realidad objetiva de los fenómenos aéreos no identificados, más conocidos por el público como ovnis, ya no estába en duda” (ibid, p88). Como productor y guionista de cine me interesan los fenómenos anómalos, ya que a menudo son un punto de partida para la expansión creativa e intelectual. Tengo una tendencia a abordar afirmaciones no ordinarias con la voluntad de considerar, al menos provisionalmente, su posibilidad y examinar la evidencia. Para abordar el fenómeno con madurez, primero debemos reconocer que el escepticismo hacia la existencia del fenómeno OVNI está firmemente arraigado en una epistemología de ignorancia. Décadas de desinformación y burla oficial, junto con la relegación del fenómeno al ámbito de los tabloides y las películas sensacionalistas, han logrado oscurecer la realidad de los ovnis y su profundo significado científico y ontológico. Este oscurecimiento es evidente en la semántica del propio término «OVNI», que comúnmente se malinterpreta como una referencia a un vehículo espacial extraterrestre cuando en realidad el alcance de su significado se limita a lo que significa su acrónimo: objeto volador no identificado. Por lo tanto, muchos expertos y militares involucrados en el estudio de los OVNIs prefieren utilizar el término más neutral UAP (fenómeno aéreo no identificado) ya que, a diferencia del término OVNI, no provoca una respuesta condicionada negativamente.

En cuanto a si se puede hacer una Hipótesis Extraterrestre (ETH) para algunos OVNIs, esto sigue siendo un área de posibilidad abierto a un análisis más profundo. En el futuro, un OVNI o UAP examinado no es susceptible de ninguna explicación convencional (como un globo meteorológico). Un OVNI, se designa como tal, una vez que se han descartado todas las causas naturales y androgénicas conocidas. Casos como el incidente del bosque de Rendelsham (1980), la oleada de OVNIs belgas de 1989-1990, las luces Phoenix (1997) y el OVNI del aeropuerto O’Hare en Chicago (2007), por nombrar algunos, fueron presenciados por miles de personas que proporcionaron descripciones corroborativas. A pesar de la creciente evidencia física de anomalías aéreas y los sorprendentes patrones de similitudes narrativas en las afirmaciones de abducciones extraterrestres, nada de esto parece merecer una investigación seria por parte del gobierno, la ciencia y los medios de comunicación. Las raíces de esta “epistemología de la ignorancia” se encuentran en la esfera política más que en la científica. Como señalan los politólogos Alexander Wendt y Raymond Duvall:

«Una de las ironías del gobierno moderno es, que hoy en día es mucho más aceptable afirmar públicamente la propia creencia en Dios, de cuya existencia no hay evidencia científica, que los OVNIs, cuya existencia (cualesquiera que sea) está físicamente documentada (2008, p. 605)».

OVNIs en el extranjero: enfrentandose a los peligros

El ‘tabú OVNI’ en Estados Unidos estaba efectivamente vigente. Sin embargo, esto no impidió que el fenómeno siguiera ocurriendo. Los gobiernos de numerosos países comenzaron a realizar sus propios estudios y, como se documenta en el libro de Leslie Kean «UFOs: Generals, Pilots, and Government Officials Go on the Record» (2010), Estados Unidos, si bien, suprimió los estudios sobre ovnis a nivel nacional, mostró un ávido interés en cómo otros países estaban lidiando con el fenómeno. El libro de Kean ofrece una visión general de los sucesos OVNI en todo el mundo entre 1976 y 2007, presentados junto con relatos de primera mano de generales de la Fuerza Aérea y funcionarios de alto nivel, incluido Nick Pope, exjefe de la Unidad de Investigación OVNI del Ministerio de Defensa Británico. John Podesta, asesor de la administración Obama y último Jefe de Gabinete de la Casa Blanca bajo el presidente Bill Clinton, respaldó el libro y escribió su prólogo, afirmando que «claramente se aleja del tabú para tomar en serio a los ovnis sin ninguna base sobre la que sostenerse» (Kean , 2010, p.xii). Kean documenta dos casos en los que pilotos militares se enfrentaron a ovnis: en 1976 sobre Teherán, en Irán, y en 1980 sobre Perú. En ambos casos los pilotos intentaron disparar contra los OVNIs. El general Parviz Jafari describe en el libro de Kean un relato de «un objeto brillante que destellaba luces de colores y volaba a baja altitud sobre Teherán». Dos pilotos de F-4 persiguieron al objeto pero cuando se acercaron sus instrumentos “se apagaron” y no pudieron disparar. A Jafari se le ordenó perseguirlo con el segundo F-4. De lo que refirió: “Estaba destellando con unas luces rojas, verdes, naranjas y azules tan intensas que no pude ver el cuerpo. Las luces formaban una forma de diamante”. Cuando Jafari se acercó, el OVNI saltó 10 grados repetidamente “en un instante”, en el momento que tenía el radar enfocado en el OVNI para disparar y “dejando todo de funcionar». En el encuentro de 1980 en Perú, al piloto Oscar Santa María Huertas se le ordenó derribar a un OVNI con forma de globo, parado inmóvil a una altitud de 600 metros sobre espacio aéreo restringido. Huertas disparó al objeto a quemarropa. En su relato escrito Huertas afirma:

«Pero nada pasó. Parecía como si las enormes balas fueran absorbidas por el globo y no sufriera ningún daño».

Entonces, de repente, el objeto comenzó a ascender muy rápidamente y a alejarse de la base. Persiguió al objeto a gran velocidad hasta que de repente se detuvo. Huertas evitó la colisión y se posicionó para un segundo ataque.

“Fijé el objetivo y estaba listo para disparar. Pero justo en ese momento, el objeto hizo otro ascenso brusco, evadiendo el ataque”

Kean señala que, tanto en el caso iraní como en el peruano, los objetos “escaparon repetidamente del ataque en el último momento… como si de alguna manera ‘supieran’… cuándo los pilotos estaban a punto de presionar el botón” (ibid., p. 149). En su artículo “Una historia de la gestión gubernamental de las percepciones ovni a través del cine y la televisión”, publicado en la revista interdisciplinaria The 49th Parallel, Robbie Graham de la Universidad de Bristol y Matthew Alford de la Universidad de Bath sostienen que existe un amplio consenso entre los gobiernos «de que los ovnis son objetivamente reales, aunque actualmente la ciencia no los comprende completamente… Al margen de este consenso está Estados Unidos, que destaca por su silencio casi total sobre la cuestión OVNI” desde el cierre del Proyecto Bluebook en 1969 (Graham/Alford, 2013, p.4).

Tras el Informe COMETA francés antes mencionado, el Reino Unido comenzó a entregar al Archivo Nacional la mayoría de sus archivos OVNI. Graham y Alford citan una evaluación de 400 páginas del fenómeno OVNI publicada en 2006 bajo la Ley de Libertad de Información, en la que un Estado Mayor de Inteligencia de Defensa del Reino Unido reconoció que:

«Los fenómenos ocurren diariamente en todo el mundo… Que el UAP existe es indiscutible. Se les atribuye la capacidad de flotar, aterrizar, despegar, acelerar a velocidades excepcionales y desaparecer; se dice que pueden alterar su dirección durante el vuelo de repente y, claramente, pueden exhibir características aerodinámicas mucho más allá de las de cualquier avión o misil conocido, ya sea tripulado o no.»

Quizás el incidente más sorprendente en la historia ovni del Reino Unido sea el incidente del bosque de Rendlesham en diciembre de 1980 en Suffolk, en las afueras de la RAF Woodbridge, que en ese momento estaba siendo utilizado por la Fuerza Aérea de los EE. UU. Durante un período de tres días, decenas de miembros del personal de la USAF presenciaron luces inexplicables, y varias personas informaron del aterrizaje de una o varias naves. Un escéptico teniente coronel Charles Halt fue a investigar. En palabras de Pope, ex jefe de la unidad de investigación OVNI del Ministerio de Defensa británico, que escribió en el libro de Kean: “Él también encontró el OVNI, convirtiéndose en uno de los oficiales militares de más alto rango que jamás haya registrado algo sobre un OVNI. avistamiento” (Kean, 2010, págs. 170-174).

Alto, con un equipo de cuatro hombres, equipo y una grabadora se adentró en el bosque, describiendo momento a momento lo que vio: “No hay duda al respecto… Esto es extraño… Casi te quema los ojos… Viene hacia nosotros ahora… Ahora estamos observando lo que parece ser un rayo que baja al suelo”.

Halt describió el OVNI en su informe presentado como «de apariencia metálica y de forma triangular… un una luz roja pulsante en la parte superior y un banco de luces azules debajo… Los animales de una granja cercana entraron en nerviosismo”. Fue testigo del aterrizaje del OVNI en el bosque y despegó de nuevo. En el lugar de aterrizaje, él y su equipo encontraron hendiduras en el suelo en un patrón triangular, radiación en las muestras de suelo y un agujero en la copa de los árboles. El sargento James Penniston, no sólo presenció sino que tocó una nave que aterrizó en el bosque de Rendlesham el 26 de diciembre de 1980. Penniston era el alto oficial de seguridad responsable de la protección de los recursos bélicos en la base de Woodbridge y tenía autorización de seguridad ultrasecreta de Estados Unidos y la OTAN.

Inmediatamente después del incidente del bosque de Rendlesham, agentes de la Oficina de Investigaciones Especiales (OSI) de la USAF, según el relato escrito del teniente Halt, “interrogaron duramente a cinco jóvenes aviadores, algunos de ellos en estado de shock en ese momento, que eran testigos clave. Estos hombres informaron más tarde que los agentes les dijeron que no hablaran sobre los eventos OVNI, o sus carreras estarían en peligro”. Durante los interrogatorios se administraron drogas a los hombres combinadas con algunas formas de coacción e hipnosis. Estas sesiones tuvieron efectos duraderos y dañinos para los hombres involucrados, por lo que parece claro que la negación de los ovnis es una política duradera dentro de los niveles más altos del aparato de seguridad e inteligencia de Estados Unidos. Perdura independientemente de los cambios de administración, a pesar de la afluencia de nuevos casos con datos sustanciales y a pesar de los crecientes esfuerzos de otros países por comprender el fenómeno. Para investigar el origen del tabú, recurrimos a la ciencia política.

Teoría política de la soberanía y el OVNI

Alexander Wendt, profesor de Seguridad Internacional en la Universidad Estatal de Ohio, politólogo y uno de los principales académicos del constructivismo social en el campo de las relaciones internacionales en su artículo de 2008, “La soberanía y los OVNIs”, coescrito con Raymond Duvall de la Universidad de Minnesota, propone que el tabú de los OVNIs puede entenderse mejor dentro del contexto de los imperativos de la soberanía antropocéntrica. Sostienen que la soberanía antropocéntrica –centralidad de los humanos en las nociones de soberanía– es un marco bastante moderno. “Durante milenios se pensaba que la naturaleza y los dioses tenían poder causal y subjetividades que les permitían compartir soberanía con los humanos, si no ejercer dominio absoluto” (Wendt/Duvall, 2008, p.608).

Con la separación de la Iglesia y el Estado, se supone que el gobierno moderno es enteramente antropocéntrico y opera desde dentro de las fronteras del mundo social. Wendt y Duvall sostienen que debido a que una posible explicación para el problema de los OVNIs sea extraterrestre, tomarlos en serio pone en duda el supuesto de soberanía antropocéntrica sobre la cual se basa el gobierno moderno y su mandato de lealtad. Considerado por sí solo, el ‘tabú ovni’ parece acientífico e irracional: “Científicamente, los seres humanos no saben que todos los ovnis tienen explicaciones convencionales, sino que permanecen ignorantes”. El enigma se profundiza cuando consideramos que:

«Si se descubriera que algún OVNI es extraterrestre, sería uno de los eventos más importantes en la historia de la humanidad, por lo que sería racional investigar incluso una posibilidad remota. Fue precisamente ese razonamiento el que llevó al gobierno de Estados Unidos a financiar la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI), que busca signos de vida alrededor de estrellas distantes. Y si se hace esto sin evidencia alguna de tal vida, ¿por qué no se estudian los ovnis, que están documentados y dejan evidencias?

Para Wendt y Duvall, el Estado tiene dos caras: una muestra un régimen de gubernamentalidad y la otra un poder soberano. Cuando lo primero se ve amenazado, lo segundo pasa a primer plano. El poder soberano es la capacidad de determinar cuándo deben suspenderse las normas y el derecho; en términos de Carl Schmitt, ‘decidir la excepción’, como en un estado de emergencia. Si se revelara que los ovnis son extraterrestres, representarían un desafío directo a la soberanía antropocéntrica y a nuestra capacidad de decidir en última instancia nuestro futuro. Su tecnología superior, su aparente capacidad para controlar cómo se encuentran y nuestra incapacidad para definir o identificar su naturaleza, intención y límites, ponen en duda el derecho del soberano a gobernar y su mandato de lealtad (basado en la afirmación de que pueden proteger a su ciudadanía).

El “carácter particular de la capacidad de decisión de los OVNIs… plantea un desafío metafísico al gobierno antropocéntrico”. En este sentido, un reconocimiento oficial del problema de los OVNIs y su estatus desconocido implicaría una admisión de completa vulnerabilidad. El OVNI trastoca la proyección hegemónica de poder que Estados Unidos mantiene sobre el mundo. La posibilidad de una amenaza extraterrestre tiene un efecto vinculante para la humanidad, requiere una respuesta global y, por lo tanto, disminuye la integridad del estado soberano. Como dijo Ronald Reagan en un discurso de septiembre de 1987 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, “con qué rapidez desaparecerían nuestras diferencias en todo el mundo si nos enfrentáramos a una amenaza alienígena desde fuera de este mundo”.

El fenómeno de la abducción – Psicología y visión transpersonal

Si bien el escepticismo hacia el fenómeno OVNI puede contrarrestarse revisando los datos físicos y el testimonio de expertos, un aspecto más radical e incrédulo del fenómeno OVNI gira en torno a aquellos que afirman haber encontrado o sido abducidos por seres extraterrestres. La mayoría de los científicos y profesionales de la salud mental descartan habitualmente tales afirmaciones como resultado de “engaño, sugestionabilidad (propensión a la fantasía, hipnotizabilidad, síndrome de memoria falsa), falta de personalidad, parálisis del sueño, psicopatología y factores ambientales” (Appelle, 1996). Sin embargo, las evaluaciones reales de los abducidos, a diferencia de las teorizaciones de salón, han concluido que “la evaluación mediante exámenes clínicos y pruebas estandarizadas ha demostrado que, como grupo, las experiencias de abducción no son diferentes de las de la población general en términos de prevalencia de psicopatología” (Appelle, 2000).

Esta fue también la conclusión del profesor de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard e investigador ganador del Premio Pulitzer, John E. Mack.

A principios de la década de 1990, Mack llevó a cabo estudios de casos individuales con casi cien abducidos por extraterrestres. Es quizás el científico y académico más acreditado y calificado que haya estudiado el fenómeno de la abducción, realizando investigaciones dentro de su área de especialización, la psicología clínica. En su segundo libro sobre el fenómeno de las abducciones extraterrestres, «Passport to Cosmos» (1999), afirma que la mayoría de los abducidos son personas comunes y corrientes. “No se ha encontrado ningún trastorno psiquiátrico consistente que pueda explicar estos informes, ni un estudio psicológico importante de esta población ha demostrado más psicopatología que un grupo de comparación comparable” (Mack, 1999, p5).

Mack, que no tenía ningún interés previo en los ovnis o los extraterrestres, y había esperado desde el principio encontrar un patrón de patología, describe su cambio de pensamiento:

«Me enfrenté a la elección de intentar encajar los informes de estos individuos en un marco que se ajustara a mi visión del mundo (tenían fantasías, sueños extraños, delirios o alguna otra distorsión de la realidad) o modificar mi visión del mundo para incluir la posibilidad de que «Entidades, seres, energías» – o algo – podría estar llegando a mis clientes desde otro lugar. La primera elección era compatible con mi visión del mundo pero no se ajustaba a los datos clínicos. El segundo era inconsistente con mis fundamentos filosóficos y con los supuestos convencionales sobre la realidad, pero parecía encajar mejor con lo que estaba encontrando».

El primer libro de Mack sobre abducciones, publicado en 1994 y titulado «Abduction – Human Encounters with Aliens, es una documentación de su investigación de los “abducidos”, también llamados “experimentadores”. Mack deja claro que no presupone la realidad física de la abducción, pero evalúa que la experiencia es real para quien la experimenta.

Los relatos de abducción a menudo contienen un conjunto común de experiencias que son sorprendentemente consistentes en un amplio grupo demográfico. Mack destaca las características típicas de la experiencia de la abducción. Generalmente comienzan en los hogares o cuando los secuestrados conducen. La primera experiencia de secuestro publicitada, conocida como el secuestro de Betty y Barney Hill de 1961, ocurrió mientras la pareja conducía. Las características del set incluyen una intensa luz azul o blanca que inunda el dormitorio, un extraño zumbido o zumbido, aprensión, visión directa de uno o más seres humanoides y observación de cerca de naves extrañas (Mack, 1994, p.18).

Los abducidos a menudo afirman que faltan segmentos de tiempo, recuerdos de haber sido flotados a través de paredes, techos u otros objetos sólidos, haber sido transportados a una nave por un rayo de luz y sentimientos de impotencia, terror y parálisis. En las naves, pueden encontrarlos en un vestíbulo oscuro y húmedo, pero pronto los llevan a una habitación brillantemente iluminada, estéril y parecida a un hospital, con algunos equipos. Los colocan sobre mesas o sillas reclinables, donde se les aparecen seres como entidades luminosas, criaturas reptiles, seres nórdicos rubios parecidos a humanos, pero con diferencia las entidades más comunes observadas son los pequeños “grises”, seres humanoides de tres a cuatro pies de altura. «… Con diferencia, los rasgos más destacados son enormes ojos negros que se curvan hacia arriba y son más redondeados hacia el centro de la cabeza… además de las botas, los alienígenas suelen llevar una prenda ajustada de una sola pieza parecida a una túnica…»

Unos sesenta niños de primaria de la escuela privada Ariel de Zimbabwe fueron testigos de estas últimas entidades en 1994, aunque no denunciaron secuestros. Mack voló a Zimbabwe y entrevistó a los niños que hablaron ante la cámara y dibujaron imágenes de su avistamiento de tres naves espaciales y dos seres extraterrestres.

Mack sostiene que hasta ahora ninguna teoría convencional se ha acercado a explicar las características básicas y estas cinco dimensiones del fenómeno de la abducción. Para Mack, «la fuente última de estas experiencias sigue siendo un misterio». Paralelamente a su trabajo sobre el fenómeno de la abducción extraterrestre, Mack se afilió a la escuela de psicología transpersonal, un movimiento fundado a finales de los años 1960 por Abraham Maslow y Stanislav Grof. Conocida a veces como la «cuarta fuerza» en psicología, después de la psicología conductual, psicoanalítica y humanista, la escuela transpersonal reconoce la validez de los estados de conciencia no ordinarios.

Grof, en su artículo de 2008, “Una breve historia de la psicología transpersonal”, explica qué es la psicología transpersonal, viendo su génesis como un esfuerzo por corregir “el sesgo etnocéntrico y cognicéntrico de la psiquiatría y la psicología dominantes” (2008). Las ciencias materialistas dominantes, originarias de Occidente, han dejado de lado, denigrado y patologizado varios estados no ordinarios de conciencia. La visión de Mack sobre los estados transpersonales y no ordinarios apunta hacia una manera de entender las afirmaciones de abducción como ni imaginarias ni literales, sino como un dominio que incluye aspectos de ambos.

En el prólogo de Paths Beyond the Ego: The Transpersonal Vision (1993), elabora:

En el universo o universos transpersonales, buscamos conocer nuestros mundos de cerca, confiando en el sentimiento y la contemplación, así como en la observación y la razón, para obtener información sobre una variedad de realidades posibles. En este universo damos por sentada la subjetividad y dependemos de la experiencia directa, la intuición y la imaginación para descubrir los mundos interior y exterior. Una epistemología transpersonal aprecia la necesidad de que los estados ordinarios de conciencia formen el terreno del universo físico, pero los estados no ordinarios se consideran medios poderosos para extender nuestro conocimiento más allá de las cuatro dimensiones del universo newtoniano/einsteiniano (Mack, 1993).

Esta importante distinción deja claro que la psicología transpersonal no suplanta, descarta ni compite con las escuelas tradicionales de psicología y ciencia, sino que facilita una extensión de la comprensión más allá de sus límites y capacidades autoprescritos. En este enfoque, la psicología transpersonal puede considerarse parte del giro posmoderno, en el sentido de que valora la apertura, la ambigüedad, las múltiples formas de conocimiento y el ir más allá de la ciencia empírica para escuchar voces diversas, a menudo excluidas. Por lo tanto, la psicología transpersonal puede ayudarnos a dar cabida a la naturaleza altamente extraordinaria de la afirmación de la abducción extraterrestre. Requiere, en palabras de Mack, “una expansión de nuestras nociones de la realidad, en lugar de ‘interrumpir’ los ‘datos en categorías existentes’ como algunos críticos quieren que hagamos” (Mack, 1994).

Las hipótesis y un marco antropológico

Mack y la escuela Transpersonal, con su concepción de un multiverso, están entonces alineados con la Hipótesis Interdimensional (IDH) para los OVNIs y los encuentros con extraterrestres. Esta teoría postula que los OVNIs y los extraterrestres no son visitantes que viajan al espacio, sino formas y seres que pertenecen a un dominio separado del nuestro, pero coextensivo (y ocasionalmente incide en él). La Hipótesis Extraterrstre (ETH), defendida por Donderi y Jacobs, sostiene que los ovnis son naves estrictamente físicas aunque tecnológicamente muy avanzadas, y que, basándose en la evidencia y el testimonio aumentados hasta ahora, deberían construirse como una amenaza. La Hipótesis Psicosocial (PSH) considera tanto los ovnis como las abducciones como una mitología enteramente subjetiva y colectiva. El psicólogo suizo Carl Jung, en su libro Flying Saucers: A Modern Myth of Things Seen in the Skies (1959), ve los ovnis como un mito moderno para la era tecnológica y, por tanto, aboga por PSH sobre ETH.

Sin embargo, si bien la PSH puede explicar algunas afirmaciones individuales, es la hipótesis más débil porque no explica los aspectos físicos bien documentados del fenómeno. Sin embargo, Jung estaba escribiendo durante un período en el que no se disponía de datos autorizados sobre el fenómeno, aparte de los titulares sensacionalistas de la prensa. Irónicamente, las teorías psicológicas de Jung sobre un reino arquetípico y la sincronicidad fueron una fuerte influencia en la escuela transpersonal y proporcionaron un marco conceptual para la IDH. Quizás el mayor defensor de la IDH y principal experto en ovnis es Jacques Vallée, astrofísico e informático que ha publicado multitud de libros sobre el fenómeno OVNI. Vallée sugiere que la IDH es más fuerte que la ETH porque se ajusta mejor a los datos disponibles sobre ovnis y acusaciones de secuestro. En su libro, Dimensions: A Casebook of Alien Contact (1988) sostiene que la ETH “no es lo suficientemente buena, porque no es lo suficientemente extraña como para explicar los hechos”. (Valle, p140)

En cambio, sostiene que el fenómeno OVNI representa evidencia de otras dimensiones más allá del espacio-tiempo. La IDH explicaría algunas de las anomalías en las características de vuelo de los OVNIs, como velocidades extremas, mutabilidad de forma y aparición o desaparición repentina. La IDH parecería conciliar el marco estrictamente objetivo de la ETH y el marco enteramente subjetivo de la PSH. Para Vallée, la IDH trasciende la visión binaria de que los ovnis deben ser reales o subjetivos, al extrapolar que los ovnis “están construidos como naves físicas (un hecho que durante mucho tiempo me ha parecido innegable) y como dispositivos psíquicos cuyas propiedades exactas aún están por definir. . « (Vallée, 1988)

La IDH puede explicar mejor muchos aspectos del fenómeno de la abducción, como la intersubjetividad, la cuasi fisicalidad, el movimiento a través de objetos sólidos y la pérdida de tiempo. La astrofísica y la ciencia cuántica ya teorizan múltiples dimensiones y calculan esa materia física tal como la conocemos sólo el 4,9% de la realidad que habitamos – el otro 95,1% es una combinación de lo que actualmente se denomina Materia Oscura y Energía Oscura.

Recurrimos a la antropología y al chamanismo en busca de una teoría que pueda ayudarnos a conceptualizar la hipótesis interdimensional de Vallée. Michael Harner, considerado la principal autoridad mundial en chamanismo, sostiene en su libro de 1980 The Way of the Shaman, que el Estado Ordinario de Conciencia (OSC) y el Estado Chamánico de Conciencia (SSC) son distintos entre sí e inconmensurables entre sí. Lo que significa que no se puede evaluar con las herramientas de validación de OSC un evento que ocurre en SSC.

Los dragones, grifos y otros animales que el OSC consideraría “míticos” son “reales” en el SSC. La idea de que existen animales “míticos” es una construcción útil y válida en la vida de las OSC, pero superflua e irrelevante en la experiencia de las SSC. Por el contrario, una persona en el SSC puede percibir las experiencias del OSC como ilusorias en términos del SSC. Ambos tienen razón, vistos desde sus propios estados particulares de conciencia (Harner, 1980).

La ventaja del chamán está en su capacidad de moverse entre diferentes estados, siendo la conciencia el vehículo de transporte interdimensional. Harner también relata en su libro que en las prácticas chamánicas los encuentros con seres extraterrestres son rutinarios. El propio Mack entrevistó a un curandero zulú llamado Credo Mutwa, quien afirmó haber sido secuestrado por seres humanoides, a quienes llama mantindane, en múltiples ocasiones. Mutwa comenta que los blancos en Sudáfrica llaman a estos seres: «extraterrestres».

«No los llamamos así. Son parte de nosotros, parte de nuestras vidas. Los mantindane son solucionadores de grandes problemas en cualquier maldito mundo en el que vivan. ¿Por qué los científicos no prueban estas cosas, en lugar de decir que todo es una tontería? En lugar de decir que [los que experimentan las abducciones] están todos locos» (Mack, 1999).

He contextualizado la historia del fenómeno OVNI con la creencia de que, la presentación de los datos reales tal como están documentados en las investigaciones académicas existentes y en los informes gubernamentales y militares servirá para exponer el tabú relativo a su estudio como una prohibición política más que científica.

Como hemos visto, en las últimas décadas se ha producido un cambio en la forma en que los gobiernos abordan el problema ovni, con la notoria excepción de Estados Unidos, que todavía pretende ignorar el problema a nivel político, tal vez con la esperanza de que lo haga. El problema de los ovnis no ha desaparecido y, como observa Donderi con los avistamientos posteriores a 1980, ha crecido en escala y en proximidad, volando “a baja altura y lentos” sobre ciudades pobladas. La teoría política de Wendt y Duval sobre los ovnis presenta un fuerte argumento para explicar por qué la principal superpotencia del mundo todavía se aferra al tabú a pesar de los estudios formales que se realizan en numerosos países, y a pesar de las crecientes intrusiones de ovnis en su espacio aéreo, que representan al menos una amenaza de aviación. peligro de seguridad.

Los estudios de abducción de John E. Mack y el marco conceptual de la psicología transpersonal han generado datos invaluables sobre esta experiencia traumática y transformadora al evitar la ruta conveniente de patologizar al experimentador. Las diversas hipótesis explicativas que han surgido, particularmente ETH, PSH e IDH, apuntan hacia futuras direcciones de estudio que involucrarían aportes de múltiples disciplinas y la perspectiva de integrar conocimientos en una comprensión más integral de este extraño fenómeno. De acuerdo con Wendt y Duvall, abogo por la resistencia al tabú a través del “agnosticismo militante”, lo que significa que simplemente no podemos en esta etapa determinar la naturaleza de este fenómeno, pero es imperativo que los wesys lo estudien temática y abiertamente. El fenómeno OVNI (junto con la cuestión relacionada de la abducción extraterrestre) atraviesa múltiples disciplinas como las ciencias políticas, la historia, la psicología, el folclore, los estudios culturales, la astrofísica, la ciencia cuántica y la antropología. A medida que construimos una comunidad científica en torno a un campo internacional e interdisciplinario de ufología, podemos comenzar a estudiar sistemáticamente los patrones más amplios. Un esfuerzo internacional coordinado trabajaría hacia una definición conjunta del problema OVNI, un acuerdo sobre los objetivos centrales, la clarificación y negociación de roles, y el desarrollo de un modelo de proyecto que coordine el objetivo principal de la investigación con varios subproyectos (como los círculos de las cosechas y los fenómenos de mutilación del ganado). El ‘tabú ovni’ de Estados Unidos ya no puede sostenerse en una era de revelación continua por parte de otros países. Estados Unidos podría tomar la iniciativa en un estudio interdisciplinario realizado a nivel mundial y estratégico para garantizar aportes correlacionados, un intercambio progresivo y pruebas cruzadas interactivas, lo que arrojaría una comprensión mucho más completa de lo que posiblemente sea el misterio más profundo que enfrenta nuestra civilización.

Fuente: traducción del original