Por Juankar Moreno

¿Ha visto este «MOAI»?

«MD hace un llamamiento a sus lectores: si ha visto usted este «moai» y sabe algo acerca de él, contacte con nuestra redacción. Ha sido descubierto en un bosque de Cataluña y conocemos su historia moderna. Pero queremos saber qué hay detrás de ella (ver pág. 33).»

Así abría la revista número 11 de Mundo Desconocido en abril de 1977.

Mundo Desconocido, fundada en el año 1976 por Andreas Faber Kaiser y Alejandro Vignati fue considerada como una de las tres mejores publicaciones mundiales en su género, galardonada en 1980 con el premio «Secinter» a la mejor revista especializada. En sus páginas, se podían ver firmas como la de Peter Kolosimo, Jacques Bergier, J. Allen Hynek, D. Scott Rogo, Jacques Vallèe o Louis Pauwels.

Una investigación a cargo de la asociación Investigación Parapsicología Ufología (IPU) junto al equipo de Mundo Desconocido (donde encontramos a Mercedes Castellanos, pionera del misterio y actualmente desconocida por los acólitos en estas materias) se iniciaba en la página 33 de la revista bajo el título: Enclave extrahumano en Cataluña.

Sin querer errar en el asunto, esta fue la primera vez que se publicaba sobre las misteriosas formas pétreas del bosque adyacente a la masía de Can Argent, también llamada Ca l’Argent, sita entre las poblaciones de Òrrius y La Roca del Vallès (Barcelona). El artículo orbitaba en la figura del «moai», aunque también se hacía mención al colosal elefante y al rostro humano que es parte de la misma roca del moai, conocido por algunos como el «maya”. El artículo se extiende después en alguna teoría y una descripción del entorno.

El actualmente llamado «bosque encantado» (bosc encantat), es un paraje boscoso que forma parte de la Serralada Litoral, compuesta por poblaciones como Vallgorguina (famosa por el caso Xavier C. y sus leyendas sobre brujería) Este bosque, al que podemos referirnos a partir de ahora como “bosque temático”, es un paraje con diversos vestigios prehistóricos, en el que podemos encontrar megalitos, petroglifos y rastros de una antigua migración proveniente del litoral, siendo éste el primer aporte “mágico” del que dispone el lugar. También es lugar de leyendas, como la que se difunde en relación a unas cruces labradas sobre una roca, atribuidas al bandolero catalán Perot Rocaguinarda, también conocido como “Perot lo Lladre”.

El bosque es un lugar que invita a todo tipo de actividades, como puede ser el senderismo, recorriendo la ruta prehistórica o la ruta con poblados íberos y pequeñas ermitas, pero también, es lugar preferido para ciertas prácticas esotéricas, espirituales, de meditación y, cómo no, los psicofoneros de turno, buscadores de duendes, o, como entre los años 80/90, centro para diversos grupos de contactismo ufológico.

En otro formato, incluso hay quienes van a rodar cortometrajes. Como tuve la suerte de ver en directo en el año 2012.

Volviendo al artículo de MD, en este se muestra una serie de mediciones sobre el posicionamiento de las figuras respecto a lugares como la Isla de Pascua, la pirámide de Keops o Mohenjo-Daro, así como una interpretación sobre, el objetivo por el cual, se pudieron realizar. Elucubrando que, supuestamente, se escondía algún tipo de simbolismo concreto pero descartando que las coincidencias con los lugares anteriormente citados eran «simple capricho» o «coincidencia».

Según se refiere, las esculturas estarían realizadas unos veinte años antes de la publicación del artículo, lo que nos lleva a los años cincuenta del siglo XX. Teniendo como único dato que se hicieron por encargo de los propietarios a un escultor de la ciudad de Granollers, se preguntan ¿por qué se esculpió un elefante que nadie ve?.

Y a partir de este punto, poco más se ha conocido de un modo veraz sobre el tema, aunque hay dos fragmentos del artículo de MD: “Pascua, la India y Egipto en un bosque catalán” y “Un Zoo de piedra” que, de algún modo, fueron un punto de luz en todo este misterio.

Tras la pista del moai.

La primera vez que fui a Ca l’Argent fue a principios de los años 90 tras leer un libro de un conocido autor barcelonés, el cual no voy a mencionar por no darle una publicidad que no merece. Y preguntándome lo que anteriormente muchos otros visitantes se habían planteado: ¿qué sentido tenían esas figuras? ¿quién las hizo?, y, ¿para qué?.

Tuvieron que pasar unos treinta años para volver a visitar el bosque, esta vez en compañía de un grupo de amigos con motivo de una excursión campestre, luego serían varias más las visitas. Fue a partir de ese momento cuando junto con Mª José Pérez Jover realizamos un intento por esclarecer el autor o autores del moai, el elefante y el maya y a las órdenes de quien. La pista más fiable que disponíamos era la firma insertada en el elefante, bajo un marco esculpido en su parte inferior donde se puede leer: FECIT / I. FOSSAS / A. GOMEZ, es decir, hecho o realizado I. Fossas y A. Gomez.

Una segunda pista que consideramos fiable era la expuesta en Mundo Desconocido: “el autor era de Granollers”. Y con eso partimos en una búsqueda llena de teorias inverosímiles, inventadas o autointerpretadas. De ello encontramos cosas como:

«I. Fossas era la firma de un arquitecto, posiblemente llamado Ignasi Fossas y el segundo nombre fue del picapedrero A. Gomez.»

«Las esculturas fueron realizadas fruto de un encargo a A. Gómez quien fue contratado por el doctor I. Fossas después de que éste comprara el terreno.»

«La parte gráfica del trabajo descubre el escondite de un rostro de enormes dimensiones en plena zona del Vallès Oriental, al que acompaña otra cara femenina delicadamente tallada, y un fantástico elefante, todos ellos obra de un picapedrero anónimo que hace veinticinco años trabajaba con el cantero Fossas, de Granollers.»

Una nueva pista vino al leer en un blog que, Enric Serras i Corominas, en su obra D’Òrrius Estant (1996), mencionaba: «hace unos 40 años que se esculpieron algunas de estas rocas para acentuar el parecido que ya tenían», pero fue imposible encontrar este libro al ser una edición limitada.

Así fue transcurriendo el tiempo al buscar por el lado equivocado, pensando que I. FOSSAS y A. GOMEZ serían en ese orden propietario y cantero/escultor. No obstante, de vez en cuando retomábamos el asunto hasta que se hizo realidad el conocido refrán «el que busca encuentra», y vino una importante pista.

En un trabajo de M. Llobet con fecha de diciembre de 2017, que muestra lugares, historia y cosas de interés de la población de La Roca del Vallès habla del «conjunt escultòric dels bosc de Ca l’Argent», también llamado «bosc encantat d’Òrrius», y aquí se cita que, sin haber documento alguno, la gente del pueblo sabe que «Isidre Fosses (vecino de Granollers), ahora hace 65 años, las hizo por encargo del Dr. Bastos, entonces propietario del lugar».

Como aficionado a la historia de la comarca me acordé de una obra de Ferrán Canyameres llamada El Vallès (1961), libro donde por cierto, he obtenido muchos datos para otros trabajos y en el que se dice lo siguiente cuando describe el pueblo de La Roca (pág 116):

«Abandonando el pueblo ibérico del turó de Can Verdaguer, bajando hacia Òrrius, no se tarda en encontrar una parte de un monumento prehistórico consistente en unas piedras en posición vertical que sostienen una más grande, desaparecida. Se trata probablemente de un dolmen incompleto. Siguiendo el camino llegamos a Ca l’Argent, edificio moderno donde un distinguido doctor de Barcelona ha establecido una granja modelo.»

Texto que aparece con anterioridad, 1959, en otro libro de F. Canyameres llamado «Josep Oller i la seva època. L’home del Moulin Rouge».

Llegado a este punto teníamos dos datos:

 1- el escultor se llamaba Isidre Fossas, nombre que coincidía con la primera firma en el elefante (I. Fossas)

 2- el propietario de la finca era un tal Dr. Bastos, un distinguido doctor de Barcelona según el libro de Canyameres.

Y fuimos tirando del hilo del insigne doctor.

Mª José por un lado solicitó al Arxiu Municipal de La Roca del Vallès información sobre quien había sido el propietario de Ca l’Argent entre 1950 a 1970, pues sabíamos que Bastos llegó a Barcelona a principios de los años cuarenta y todo lo referente a las esculturas hablaban de mitad de siglo XX. Pero el Arxiu nos derivó a buscar en el padrón de habitantes, cosa que fue infructuosa al estar blindado por la protección de datos y en el que solo se puede obtener información anterior a 1919, es decir, 100 años antes desde que se hizo dicha ley (Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre. «BOE» núm. 294, de 06/12/2018).

Sobre la casa sabíamos que Rafael Prades i Àngel (alcalde de Granollers durante 1931) residió en Ca l‘Argent en el primer cuarto del siglo XX, por lo que, el doctor tuvo que hacerse con la finca tras este. Masía que por cierto, en 2018 estaba a la venta mediante una inmobiliaria de Vilassar de Mar.

Entonces, solo nos quedaba preguntar a la fuente donde surgió el nombre del “Dr. Bastos”, que era M. Llobet. Me puse en contacto con Llobet consultándole lo siguiente: “Hace tiempo encontré un trabajo suyo sobre La Roca del Vallès y hablaba del “bosc de ca l’Argent” y sus esculturas. En el texto se hace referéncia a un Dr. Bastos como propietario de la casa. ¿Este doctor era el famoso traumatólogo Manuel Bastos Ansart?.”

A lo que recibí una respuesta poco tiempo después, diciéndome: “que lo desconocía con seguridad, pero que lo preguntaría a alguien de aquella época.”

Y así quedó el asunto por esta línea.

El doctor Bastos.

Manuel Bastos Ansart nació en Zaragoza el 22 de julio de 1887, hijo de Atilano Bastos de Dueñas, quien era coronel de infantería. Sus primeros estudios los cursó en el Colegio San Felipe de su ciudad natal, finalizando el bachillerato con trece años con unas calificaciones brillantes.

Considerado el mejor traumatólogo español del siglo XX, comienza Medicina en la Universidad de la capital aragonesa licenciándose con 19 años de edad en 1906. Mudándose a Madrid, ingresó tras opositar en el cuerpo de Sanitad Militar siendo ayudante de Cirugía en el Hospital Militar de Carabanchel. Dos años más tarde sería trasladado a Málaga y de allí al frente del Rif en Marruecos (donde fue herido) para regresar a la Península en mayo de 1910. Nuevamente en Madrid se especializa en Cirugía Ortopédica y tras un viaje de estudios por Francia y Suiza, en 1911, lo nombran director del Hospital Militar de Alhucemas. En 1912 prestó sus servicios en el Ministerio de la Guerra en Madrid donde presenta su tesis doctoral en la Facultad de Medicina y se gradúa como doctor. En 1913 obtuvo una plaza como profesor auxiliar de Patología Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Madrid y en 1915 es el médico de la Casa Real siendo ya un traumatólogo de prestigio.

En el año 1918 se casa con una sobrina suya, María Consolación (Consuelo) Bastos Mora, con quien tuvo cinco hijos. En 1921 se muda a Alemania para ampliar sus estudios, primero en Frankfurt y luego en Berlín, para volver como jefe del Hospital de Melilla al estallar nuevamente el conflicto en Marruecos. Volviendo a Madrid, dirige nuevamente el Hospital Militar de Carabanchel. Nombrado profesor de la cátedra de Patología y Clínica Quirúrgica de la Universidad de Madrid, se convierte en vicepresidente de la Academia Médico-Quirúrgica Española y del Ateneo de Madrid. Desde 1926 hasta el inicio de la Guerra Civil realizó las siguientes actividades: en 1928 es invitado por la Real Academia de Ciencias Médicas de Bélgica; a finales de ese mismo año viaja a Praga para asistir al XXIII Congreso de la Sociedad Alemana de Cirugía Ortopédica; en 1933 se desplaza a Londres para asistir al Congreso de la Sociedad Internacional de Cirugía Ortopédica y Traumatológica; en 1934 viajó a Rusia para participar en el Congreso de la Liga Internacional de la Lucha contra el Reumatismo; ese mismo año viaja a la República Argentina para asistir al II Congreso Nacional de Medicina, y en el verano de 1935, se traslada a Egipto para asistir al XI Congreso de la Sociedad Internacional de Cirugía.

Tras el alzamiento militar se marcha a Alcoy donde es nombrado director del nuevo Hospital Sueco-Noruego, para desde allí, ser trasladado a Villajoyosa. En 1939 fue encarcelado y un Consejo de Guerra le condenó a 12 años de prisión como autor de un delito de Auxilio a la rebelión, por ello, obtuvo la pérdida de todos sus cargos públicos. Bajo una supuesta afectación de carácter mental es llevado al Hospital de Castellón donde estaría hasta finales de 1942 cuando le concedieron la libertad provisional. Al tener confiscados por la Junta de Requisa todas sus pertenencias y propiedades en Madrid, decide trasladarse a Barcelona e iniciar una nueva etapa profesional centrada en el ejercicio privado de la cirugía dedicada a la Traumatología y la Ortopedia. Pronto tuvo una amplia clientela y sólidos ingresos económicos, que le permitieron viajar (y mucho), asistir a numerosos congresos, reuniones científicas, y proseguir con sus publicaciones e investigaciones.

El doctor falleció en Barcelona 22 de enero de 1973, siendo enterrado junto a su esposa, Consuelo, en la cripta de la Catedral de la Almudena de Madrid.

Dos datos importantes a tener en cuenta sobre el doctor Bastos son: un libro escrito en el año 1965, tras fallecer su esposa y dedicado a esta, llamado “Una vida de mujer”, obra que por cierto es difícil de conseguir (se editaron 500 unidades); y dos, que era colaborador del diario “La Vanguardia”.

El Zoo de Piedra.

María Consuelo Bastos Mora, a veces citada como Consuelo Bastos de Bastos, trabajaba de enfermera junto a su marido. Entre muchas de las cosas que fue partícipe, intervino junto con otros miembros del Lyceum Club madrileño en la fundación de la Casa de los Niños (1931), institución de la que fue presidente; formó parte del Patronato central de fundaciones benéfico-docentes; de la Sección de Psiquiatría e Higiene Mental de la Dirección General de Sanidad, encontrándose como vocal junto a otras mujeres de la época como Concepción Arenal, e incluso, junto a Margarita R. de Lihory (conocida en el mundillo del misterio por el llamado “caso de la mano cortada”) en otros proyectos.

“[…] una guardería modelo, alegre, clara, limpia, para niños de dos a cuatro años a cuyo frente estaba la señora del Doctor Bastos y que aparte de las Sras. del Lyceum sería atendida por enfermeras diplomadas. ¡Tener enfermeras en vez de encargar de los niños a una orden religiosa! Ya fue la bomba final. Nos atacaron en la prensa y hasta desde el púlpito.[…] “– Zenobia Camprubí.

Consuelo, quien fue madre de cuatro hijas y un hijo, siempre estuvo rodeada de niños tanto en la gestión de centros para menores, como los suyos propios, teniendo fijación por los jardines o espacios naturales como fuente de la educación. Varias referencias de este calado encontramos en el libro “Una vida de mujer”:

“Desde muy pequeña vivió siempre en casa dotada de jardín (…). Gozó, pues, del ambiente más propicio para el desarrollo mental de una criatura de su edad. (…). El jardín proporciona al niño el mejor escenario y los motivos interesantes para su prodigiosa capacidad de capturar, asimilar y elaborar psíquicamente”. (pag. 26)

“El jardín privado amplia y enriquece el acervo de adquisiciones que el niño hace en su casa sin apartarle de ella”. (pag. 27)

“Diríase que doña Consuelo era una madre que vivía exclusivamente para sus hijos; sin embargo vivía simultáneamente para toda criatura que padeciera a su vera. Por eso fundó – en unión con otras mujeres también admirables – “La Casa de los Niños”. (pag. 102).

“Porque – condición indispensable – aquella Casa (de los Niños) había de estar rodeada de jardines donde los chiquillos pudieran corretear a sus anchas”. (pag. 105).

“Vinieron, uno tras otro, en aquel tiempo, nietos, muchos nietos. Y todos adoraban a “Mimí”, como la llamaban desde que la primera le adjudicó esta cariñosa onomatopeya. A ella estos nietos le parecían hijos, como los suyos propios, como los de la Casita de los Niños.” (Pag. 226).

La familia Bastos cuando se instaló en Barcelona, tras dejar Castellón, residió inicialmente en la calle Mallorca, teniendo su consulta en el Paseo de la Bonanova nº 22, pero sin embargo, fuera de la ciudad Condal disponían de una segunda vivienda:

(sobre Consuelo)”… ser trasladada desde Madrid, donde había ocurrido el síncope a Barcelona, donde quedó encamada en la casa de campo” (pag. 234).

Pascua, la India y Egipto.

El doctor Bastos era alto, de porte arrogante, delgado y con la tez muy morena por el sol. Vivió siempre movido por una gran inquietud cultural al propio, tiempo que demostró una gran modestia de carácter y se mostró excelente amigo y compañero. Su personalidad destacaba por su gran lucidez mental y la calidad de su juicio. Fue entusiasta de la música de concierto y de ópera; un gran amante de los monumentos, lo que manifestaba acompañando de continuo a los «Amigos de los Castillos» en sus desplazamientos”.

La Vanguardia – 23 Enero 1973

Manuel Bastos debido a su trabajo viajó por medio mundo. Está constatado que dio conferencias en Rusia, Egipto, Argentina, Perú, Holanda, Dinamarca o Grecia, la gran mayoría de veces acompañado de su esposa y siendo grandes apasionados de la historia, la música y el arte. Muestra de sus viajes se fueron publicando como colaborador del diario La Vanguardia en un espacio llamado: “Cosas vistas en….”, en el que habló de lugares como Camboya, la India, Alemania o Polonia.

A la búsqueda de I. Fossas.

Con esta firma se acuña el primer nombre existente en el elefante, que no es otro que, el del cantero o escultor de quien se ha dicho desde tiempos de la revista Mundo Desconocido que era originario de la población de Granollers. Sobre ello, un miembro del grupo “Secrets del Pirineu” en facebook refirió conocer al escultor afirmando que era correcto lo que se decía sobre ser residente de tal ciudad.

Iniciando una búsqueda paralela a la del Dr. Bastos, de Isidre Fossas encontramos en un documento editado por el Arxiu Municipal de Granollers que, en 1963, alguien con similar nombre, solicitó una licencia para la apertura de un negocio de venta de huevos y pollos.

También, por otro lado encontramos que en 1991 el mismo nombre constaba como propietario de una empresa o comercio ligada o derivada de la construcción.

Un aporte curioso lo encontré buscando en internet. En una web llamada “Rondaller” se hacía eco del “Bosc màgic d’Òrrius” llevando un camino similar al trazado por nosotros, supongo que al tomar como fuente el trabajo de M. Llobet. No obstante, aquí se realizaba un añadido que nosotros hasta el momento no habíamos dado con él: un perfil de facebook realizado en marzo de 2020 a nombre de Isidre Fossas Vila. Curiosamente, en este hay como foto de perfil una figura de piedra representando la cabeza de un moai.

Como no podía ser de otro modo, he tratado de contactar con quien haya detrás de esta misteriosa cuenta de facebook, pero hasta el momento, sin obtener resultado alguno. Pudiendo ser más que un perfil real del escultor, un guiño a este.

El mail.

Es viernes por la tarde, hace poco que he vuelto de trabajar, y de repente, me llega un mensaje. Es María José y dice: “te he mandado un mail”, lo abro y veo que es un correo reenviado de un original del Arxiu Municipal de la Roca del Vallès, y allí aparece el propietario de Ca l’Argent entre los años 1954 al 56. Se habla de unas reformas en la finca y ya no hay duda, es el doctor Bastos, el círculo iba cerrando.

El enigmático A. Gómez.

Buscar algún dato de la segunda firma del elefante nos fue meramente imposible, pero en la web Rondaller se hizo nuevamente la luz. En esta web, a mediados de febrero (2021) hice un comentario al respecto, y por ello, cada vez que alguien comentaba algo en él me salía un aviso.

En mayo de este mismo año, una persona llamada Isabel comentó que Agustí Gómez, su abuelo, fue uno de los picapedreros que esculpieron las figuras. Agustí junto a Isidre, tuvieron un encargo de parte del Dr. Bastos y les dio un libro sobre la isla de Pascua para se inspiráran o tomáran de modelo para realizar su obra, libro que por cierto, les dedicó el doctor con fecha de mayo de 1959 en agradecimiento por su trabajo.

Caso cerrado.

Llegado a este punto se puede decir con absoluta rotundidad que el doctor Manuel Bastos fue propietario de la finca de Ca l’Argent junto a su mujer, Consuelo, en la época que se hicieron las figuras. En la población de La Roca, la gente mayor hablaba de un tal Dr. Bastos que va en consonancia con lo que escribió Ferran Canyameres al indicar de que la casa era de un “distinguido doctor de Barcelona” y, distinguidos doctores en la Barcelona de la época habían muchos, pero era muy caprichosa la casualidad de que uno de los más renombrados internacionalmente se llamara Bastos, junto a grandes doctores como Josep Trueta, Josep Maria Dexeus o Ignasi Barraquer, y que no fuese este.  

La familia Bastos contrató a Isidre Fossas y a Agustí Gómez para esculpir unas figuras en las rocas existentes en el bosque, pero no unas cualquiera, sino las más próximas a su casa. La pareja, como se ha mencionado, viajó por medio mundo y eran amantes de la cultura y la historia, por lo que eligieron estas figuras como un zoo pétreo para el uso y disfrute de los suyos.     


Fotografías: Todas las fotografías del bosque de Ca l’Argent son propiedad de Juankar Moreno (tomadas desde el año 1992 hasta la actualidad)

Fuentes:

Mundo Desconocido nº 11 (1977)

Una vida de Mujer – Manuel Bastos Ansart

GIMBERNAT – Revista Catalana d’Història de la Medicina i de la Ciència – 2006. Vol. 46.

Las musas suben a la tribuna. Visibilidad y autoridad de las mujeres – Ángeles Ezama

Mujeres con voz propia – Julia Varela

http://www.sites.google.com/site/margaritalarocadelvalles/

http://www.galeriametges.cat

http://www.rondaller.cat

Arxiu de La Roca del Vallès