Por Raúl López.

Entendemos por  fenómeno paranormal a eventos o experiencias que están fuera del ámbito de lo que puede ser explicado por las leyes naturales y el conocimiento científico actual. Estos fenómenos son considerados anómalos porque no se alinean con nuestra comprensión establecida de la realidad física y mental.

Yo prefiero llamarlo metafenómenos definiéndolos como aquellos eventos y estados que trascienden las leyes físicas y mentales conocidas, abarcando manifestaciones de fuerza paranormal sobre la materia, adquisición o transmisión mental de conocimiento a través de percepción extrasensorial, estados de conciencia ampliada y conexión espiritual.

El prefijo Meta entre sus significados está el de «más allá” que abarca o que trasciende, a su vez el significado más allá lo dota de una connotación más trascendental.

Por tanto «metafenómeno» incorpora la idea de trascendencia y amplía la comprensión más allá de lo meramente inexplicable, abarcando una dimensión extra, la espiritual, proporcionando una visión más integral y profunda.

En primer lugar, los metafenómenos engloban los  fenómenos parafísicos que incluyen manifestaciones físicas como por ejemplo la telequinesis y los fenómenos poltergeist. En estos casos, fuerzas desconocidas actúan directamente sobre la materia, causando movimientos de objetos, levitaciones, ruidos o voces inexplicables. Estos eventos tienen efectos tangibles que pueden ser observados y medidos.

En segundo lugar, engloban los fenómenos parapsíquicos que abarcan principalmente la percepción extrasensorial, que incluye capacidades como la telepatía, la clarividencia y la precognición. Estos fenómenos implican la adquisición o transmisión de información sin el uso de los sentidos físicos.

Finalmente, los fenómenos supraconscientes que incluyen estados de conciencia elevada y conexión espiritual. Estos estados se alcanzan a través de experiencias místicas, mediúmnicas, meditación profunda y otras prácticas que amplían significativamente la percepción y la comprensión. Durante estos estados, los individuos pueden sentir una profunda conexión con una realidad superior, experimentando una unidad con el universo y un entendimiento trascendental. Estas experiencias trascienden la percepción ordinaria, permitiendo a las personas acceder a niveles de conciencia y conocimiento que están más allá de la comprensión cotidiana.

Salgamos del laboratorio

La importancia de fomentar experiencias metafenoménicas en la investigación parapsicológica no debe ser subestimada. Aunque estos fenómenos extraordinarios desafían nuestra racionalidad, pocos investigadores de laboratorio se aventuran a experimentarlos personalmente. A pesar de los esfuerzos científicos, las metodologías de laboratorio a menudo no capturan la verdadera esencia de los fenómenos que estudian.

La naturaleza efímera, azarosa y espontánea de estos eventos los hacen difíciles de replicar en condiciones controladas.

La falta de un contexto emocional y espiritual adecuado puede inhibir la manifestación de metafenómenos, y la selección aleatoria de sujetos sin interés o creencia en estos fenómenos suele llevar a resultados no concluyentes. La disposición mental, la energía y el contexto emocional de los participantes son factores críticos; sin estas cualidades, es improbable obtener resultados significativos.

Los fenómenos supraconscientes, como la meditación profunda y las experiencias místicas, son altamente subjetivos y personales. La esencia de estas experiencias radica en la conexión íntima y emocional del individuo con una realidad superior, algo difícil de medir y analizar con herramientas científicas tradicionales. Este es uno de los principales desafíos de la investigación parapsicológica: capturar y medir fenómenos que trascienden la percepción y comprensión ordinarias.

Es fácil para los escépticos descartar lo paranormal utilizando argumentos basados en experimentos controlados y análisis estadísticos. Sin embargo, tales enfoques desconocen cómo se desarrollan los metafenómenos.

La naturaleza subjetiva y trascendental de alguno de estos fenómenos a menudo escapa a la medición cuantitativa y empírica tradicional. Por ello, para comprender verdaderamente los metafenómenos, es esencial que los investigadores se aventuren a experimentarlos de primera mano. Abordar estos fenómenos con una mente abierta, el contexto adecuado, la práctica constante y una disposición a aceptar lo inexplicable es crucial. Dejar de lado los prejuicios y estar dispuesto a experimentar lo extraordinario es una parte fundamental del proceso.

Crear un entorno que facilite la manifestación de metafenómenos es vital. Esto incluye un espacio emocional y espiritualmente enriquecedor donde los participantes se sientan seguros y apoyados. La colaboración con practicantes espirituales, meditadores y otros expertos en estados de conciencia ampliados puede proporcionar valiosas perspectivas y métodos para estudiar estos fenómenos.

La integración de la experiencia personal, el rigor científico y la apertura espiritual puede conducirnos a una comprensión más profunda de nosotros mismos y posiblemente del universo. Esto revela que la búsqueda del conocimiento es tanto un viaje interior como exterior.

El efecto experimentador

En el mundo de la investigación de laboratorio se da un fenómeno conocido como el efecto del experimentador. Este fenómeno psicológico se refiere a la poderosa influencia que los propios investigadores pueden ejercer sobre los resultados de sus experimentos, a menudo de manera inconsciente. Es un recordatorio constante de que, incluso en la búsqueda objetiva del conocimiento, nuestras propias creencias y expectativas pueden entrelazarse sutilmente con los hechos.

El efecto del experimentador se manifiesta de múltiples formas: desde la selección de los participantes y la manipulación de las condiciones experimentales hasta la interpretación de los datos y la comunicación de los resultados. Estas influencias, aunque sutiles, pueden distorsionar la realidad que los investigadores buscan desentrañar. Para combatir este sesgo, los científicos adoptan métodos rigurosos y estandarizados, como el uso de estudios doble ciego, donde ni los participantes ni los investigadores saben quién está en el grupo de control y quién en el grupo experimental, minimizando así la influencia subjetiva.

En la investigación parapsicológica, el efecto del experimentador se entrelaza con otro efecto igualmente determinante en los resultados: el “efecto Oveja-Cabra”. Este término, acuñado por la profesora Gertrude Schmeidler en la década de 1950, describe un patrón consistente en la percepción extrasensorial (ESP). Según sus investigaciones, aquellos que creen en la ESP, las «ovejas«, tienden a obtener resultados superiores a los esperados por azar en pruebas de ESP. En contraste, los escépticos, conocidos como «cabras«, muestran resultados al azar o incluso por debajo de lo esperado.

Este fenómeno sugiere que nuestras creencias y actitudes pueden influir profundamente en nuestra capacidad para experimentar lo paranormal. Las «ovejas», con su mente abierta y receptiva, parecen tener una ventaja en tareas de percepción extrasensorial. Por otro lado, las «cabras» tienden a filtrar o descartar información que desafía sus creencias escépticas, afectando negativamente su desempeño.

El Contexto y la Apertura Mental

«Sin un entorno propicio y una mente receptiva, los metafenómenos no se manifiestan con claridad».

La intención con la que uno se acerca a estas experiencias es fundamental. La mera curiosidad, aunque válida, puede no ser suficiente para penetrar los velos de lo desconocido. La búsqueda de una explicación racional puede, paradójicamente, cerrar las puertas a lo irracional y extraordinario. En cambio, acercarse desde el deseo genuino, con un compromiso profundo hacia el trabajo interior, abre una puerta distinta. Aquí, la intención no es controlar, sino comprender; no es juzgar, sino aprender. Este camino requiere una apertura total, una disposición a aceptar que lo que está por venir puede desafiar todas nuestras creencias y expectativas.

El contexto y las personas que nos rodean también juegan un papel crucial. Un entorno adecuado, cargado de energía positiva y libre de escepticismo excesivo, dispuestas a experimentar sin prejuicios pueden facilitar la conexión con los metafenómenos.

El ingeniero aeronáutico y uno de los mayores expertos en transcomunicación instrumental Paolo Presi, nos dice que, para verdaderamente comprender y experimentar el misterio, debemos permitir que este nos penetre a través de los ojos de la fe. Nos dice que es muy importante la disponibilidad de la mente y el corazón. A esta actitud mental Presi la denomina “Disposición Atenta Interior”.

Paolo nos habla de «fe» en su sentido más amplio y profundo. No se refiere simplemente a una creencia religiosa específica, sino a una apertura y confianza en lo desconocido y lo inexplicable.

Por «disponibilidad de la mente», Paolo se refiere a la capacidad de silenciar la mente, lo cual implica adoptar una actitud de receptividad y fidelidad en lugar de aferrarse a una racionalidad estricta. Esto significa dejar de lado el análisis constante y la necesidad de explicar todo lógicamente. En su lugar, se trata de estar abierto a las experiencias tal como son, sin juzgarlas o intentar categorizarlas de inmediato. Silenciar la mente permite que nos conectemos con niveles más profundos de nuestra conciencia y que estemos más presentes en el momento.

La «disponibilidad del corazón» se refiere a silenciar cualquier egoísmo que podamos tener. Esto implica abrir nuestro corazón, dejar de centrarnos en nuestros propios deseos y necesidades egoístas, y estar dispuestos a empatizar y conectarnos con los demás y con el universo de una manera más profunda y sincera. Es permitir que el amor y la compasión fluyan libremente, sin las barreras que normalmente imponemos debido a nuestros miedos y inseguridades.

Presi denomina esta combinación de apertura mental y emocional como “Disposición Atenta Interior”. Esta disposición es crucial para experimentar el misterio y lo trascendental. La Disposición Atenta Interior es una actitud de total receptividad y apertura, donde tanto la mente como el corazón están alineados en una espera activa y atenta. Es un estado en el que estamos preparados para recibir lo metafenoménico, sin interferencias de prejuicios o expectativas preestablecidas.

Ahora bien ¿Cómo conseguimos dicha apertura mental?

La práctica espiritual, la meditación y otras técnicas de exploración interior son caminos hacia esta apertura. A través de la dedicación y la disciplina, podemos desarrollar una mayor sensibilidad a estos fenómenos y abrirnos a una comprensión más profunda de nuestra propia existencia. 

La realidad es mucho más rica y compleja de lo que podemos imaginar, y que nuestras experiencias más profundas y significativas a menudo se encuentran en los rincones ocultos de nuestra mente.

Conocer, habituarnos a los procesos introspectivos que tienen lugar en nuestra mente son un facilitador no solo para comprender o trascender un metafenómeno sino que es enriquecedor para nuestra vida, nos conecta con dimensiones más profundas de la existencia y nos permite experimentar la verdadera maravilla de estar vivos desde otra perspectiva.

Somos Información – La consciencia no local y los campos

La teoría de la conciencia no local sugiere que la conciencia no está limitada al cerebro, sino que puede extenderse más allá del espacio y el tiempo. Se plantea que la conciencia es una propiedad fundamental del universo accesible a través de estados de conciencia expandida. Esta idea se basa en la física cuántica, que sostiene que todo en el universo está interconectado a través del entrelazamiento cuántico y que la materia y la energía están en un estado constante de flujo y cambio. Según esta teoría, la conciencia sería una propiedad emergente de la materia.

Uno de los científicos grandes defensores de la consciencia no local es el médico holandés Pim van Lommel, un médico holandés que armó su teoría basándose en sus observaciones de experiencias cercanas a la muerte (ECM). Según Van Lommel, la conciencia no está limitada al cerebro o al cuerpo físico, sino que es una entidad independiente que puede existir más allá del cuerpo. Sus estudios muestran que, durante las ECM, algunas personas son capaces de describir detalles precisos de su entorno a pesar de estar inconscientes y sin capacidad física para ver u oír lo que ocurre. Esto sugiere que la conciencia puede operar de forma no local, manteniendo contacto con el entorno a pesar de las limitaciones físicas.

Conciencia No Local y los Campos Akáshicos

La idea de los campos akáshicos está a menudo asociada con la teoría de la conciencia no local. «Akasha», del sánscrito, significa «éter» o «espacio», y se cree que estos registros existen en una dimensión más allá del mundo físico. Según la filosofía hindú y las creencias de la Nueva Era, los campos akáshicos son un espacio esotérico donde se almacena toda la información del universo, disponible para ser accedida por la conciencia. La mente, siendo no local, puede acceder a información más allá de los límites del tiempo y el espacio, conectándose con un campo de información universal que contiene todo el conocimiento del universo, incluyendo el pasado, el presente y el futuro.

Acceder a los registros akásicos no solo permite transmitir información, sino también sirve como herramienta de autoconocimiento y crecimiento personal. Estos registros contienen información sobre la historia de nuestras almas, vidas pasadas, lecciones de vida, propósito y destino. Acceder a esta información puede ayudar a las personas a comprender mejor su propósito y misión en la vida, así como a sanar traumas emocionales y patrones de comportamiento limitantes. Aunque algunos utilizan este acceso para la toma de decisiones, es visto como una búsqueda espiritual que puede llevar a una mayor comprensión de uno mismo y del universo.

El Campo Akásico de Ervin Lazslo.

La teoría de los campos Akásicos, también conocida como teoría del campo cósmico, fue desarrollada por el filósofo, científico y autor húngaro Ervin Laszlo en la década de 1990.

Ervin Lazslo propone que el universo no solo está hecho de materia y espacio, sino también de energía e información. Tenemos que imaginar que la energía es como ondas en el mar. Estas ondas no están desordenadas; siguen patrones específicos. Estos patrones de onda en el vacío cuántico que es el espacio más pequeño y fundamental son la energía.

La información sería como el software que organiza y estructura estas ondas de energía. Es como si el universo tuviera un «programa» que dicta cómo deben comportarse estas ondas y esta información le daría coherencia y sentido a todo lo que ocurriese en el universo.

A esta organización interna del universo el físico David Bohm lo llamó el «orden implicado».

Aunque no podamos ver directamente esta información, su efecto está presente en todo lo que observamos. Un ejemplo sería la gravedad, que no la vemos, pero percibimos cómo afecta a los objetos.

Así que, para Ervin, el universo está compuesto por un campo fundamental de información y energía que conecta a todas las cosas. En el universo todo está interconectado a través de una vasta red de información. Similar a una gigantesca internet que no solo conecta computadoras y dispositivos, sino que abarca galaxias, estrellas, planetas, partículas subatómicas y seres vivos.

Por lo que la información no estaría confinada a una ubicación particular, sino que puede viajar y ser compartida en todos los rincones del universo. Esto implicaría que cualquier evento o cambio en una parte del universo puede tener repercusiones en otras partes, independientemente de la distancia.

Todo ello tiene una serie de implicaciones porque Lazslo sugiere que la coherencia observada en los movimientos y patrones de galaxias, estrellas y planetas no es aleatoria sino que siguen patrones coherentes y predecibles y esto es debido a la información almacenada y transmitida a través del campo akásico. Esta información actuaría como una especie de «guía» o «mapa» que dirige cómo deben organizarse y moverse por ejemplo los objetos celestes de una manera estructurada y coherente.

Además, los sistemas biológicos, las células y organismos vivos siguen patrones precisos de crecimiento, división y organización. Estos procesos biológicos complejos, podrían estar guiados por la información almacenada en el campo akásico.

El campo akásico no solo conectaría el universo, sino que también asegura que todo en él funcione de manera ordenada y coherente.

Ahora bien, la teoría de Laszo también tiene su parte más mística; Según Lazslo, también, los campos Akáshicos son responsables de la memoria colectiva de la humanidad, y a través de la meditación y la práctica espiritual, es posible acceder a esta memoria para acceder a información más allá de la experiencia personal directa, lo que puede explicar fenómenos como la intuición y la inspiración creativa.

Akasha y Dios.

Los campos akásicos, según Laszlo, contienen la información que da coherencia y orden al universo. Desde una perspectiva espiritual, esta función es a menudo atribuida a Dios, quien es visto como la fuente de toda sabiduría y orden.

La idea de que los campos akásicos actúan como una memoria cósmica que contiene toda la información del universo se alinea con la noción de la omnisciencia divina. Dios, en muchas tradiciones, es concebido como el ser que todo lo sabe.

La interconexión de todas las cosas a través del campo akásico refleja la omnipresencia de Dios, que está en todas partes y en todo.

Dios es el campo y lo que hacemos en determinados estados de consciencia es acceder a él.

La Realidad y su Alteración

Como hemos visto ciertos estados mentales pueden actuar como precursores de fenómenos que no son accesibles desde nuestra percepción consciente ordinaria de la realidad. Estos estados no solo permiten una alteración de nuestra percepción de la realidad, sino que también pueden abrirnos la puerta a un campo informacional ubicado en un plano dimensional distinto al nuestro, posiblemente el mismo lugar donde algunos dirían que reside el alma.

Los estados alterados de conciencia, como los inducidos por la meditación profunda, el uso de sustancias psicodélicas o técnicas de respiración intensiva, tienen la capacidad de modificar nuestra percepción del entorno. En estos estados, las barreras de la racionalidad se disuelven, permitiendo experiencias que desafían nuestra comprensión convencional del espacio y el tiempo.

La teoría de que existe un campo informacional en un plano dimensional distinto al nuestro sugiere que la mente, en estados expandidos de conciencia, puede acceder a conocimientos y experiencias más allá de los límites físicos y temporales. Este concepto se alinea con la noción de la “noosfera” de Teilhard de Chardin, o la teoría del Campo Akásico que hemos visto del filósofo Ervin Lazslo, donde toda la conciencia y el conocimiento del universo están interconectados y disponibles para quienes pueden sintonizarse con esta frecuencia.

Los estados mentales que nos permiten acceder a este campo informacional pueden también ser el puente hacia una mayor conexión espiritual. Las experiencias cercanas a la muerte, los viajes astrales y las visiones espirituales son ejemplos de cómo las personas han reportado interacciones con una realidad que parece trascender la existencia física.

Esto sugiere que la realidad no es un constructo fijo, sino dinámico y multifacético. La posibilidad de interactuar con dimensiones alternativas implica que hay aspectos de la existencia que escapan a nuestra percepción cotidiana. Estas dimensiones pueden albergar información y experiencias vitales para nuestra comprensión de la vida, el universo y el sentido del ser.

Estados Expandidos de Conciencia y sanación

El poder de la mente va más allá de lo que podemos imaginar, no solo podría ser capaz de producir fenómenos que desafían los preceptos de la física, sino que determinados estados alterados de consciencia pueden ser nuestro mejor psicólogo.

Horacio Ruiz, uno de los más reputados hipnoterapeutas de Europa, nos dice que nuestro inconsciente posee todas las herramientas para poder curar nuestros traumas. Y creo que efectivamente es así. La mente humana posee una notable capacidad de resiliencia y autocuración. En muchos casos, las personas pueden superar traumas y adversidades mediante sus propios mecanismos internos de afrontamiento.

La neuroplasticidad, o la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales, es un testimonio del potencial inherente de la mente para adaptarse y cambiar. Este proceso puede ser influenciado positivamente por terapias psicológicas que fomentan nuevos patrones de pensamiento y comportamiento, pero también abogando por nuestro “psicólogo interior” con terapias como la meditación, la autohipnosis, respiración holotrópica o algunos psicotrópicos, por mencionar varios ejemplos.

Un terapeuta proporciona una perspectiva externa y objetiva que puede ser difícil de obtener por uno mismo. Los terapeutas están entrenados para identificar patrones de pensamiento y comportamiento que pueden no ser evidentes para la persona que los experimenta. Los profesionales de la psicología utilizan técnicas y estrategias basadas en la evidencia que han demostrado ser efectivas para tratar una variedad de trastornos psicológicos. Estas incluyen la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia dialéctico-conductual (TDC), la terapia de exposición, entre otras.

El terapeuta crea un entorno seguro y de apoyo donde los pacientes pueden explorar sus pensamientos y emociones sin temor a ser juzgados. Este entorno es crucial para el proceso de curación, ya que permite la expresión y el procesamiento de emociones difíciles. En la búsqueda de la curación psicológica, la mente humana posee un potencial innato que a menudo necesita ser guiado para desarrollar habilidades y recursos internos específicos.

Los estados expandidos de conciencia, que crean un marco donde el ego se desvanece, facilitan una comunicación sincera con las partes más ocultas de nuestra mente, donde se almacenan recuerdos, emociones, traumas y deseos.

Uno de los aspectos clave de los estados expandidos de conciencia es el desvanecimiento del ego. Este fenómeno permite una conexión más profunda con nuestro ser interior, facilitando el acceso a recuerdos reprimidos y emociones no resueltas. La meditación profunda, la autohipnosis, algunas técnicas de respiración como la holotrópica o el uso de sustancias psicodélicas, como la psilocibina, ayahuasca y LSD han demostrado que estos estados pueden llevar a experiencias de autotranscendencia y percepción ampliada permitiéndonos acceder a niveles más profundos de nuestra conciencia, facilitando la introspección.

La psicoterapia asistida con psilocibina ha revelado cómo los pacientes pueden procesar traumas profundos al tener acceso a memorias y emociones en un entorno seguro y controlado. Estos tratamientos permiten a los pacientes explorar aspectos de su psique que de otro modo permanecerían inaccesibles, proporcionando un alivio significativo de síntomas severos. Instituciones como el Johns Hopkins Center for Psychedelic and Consciousness Research han mostrado resultados prometedores en el tratamiento de la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

La inhibición de las áreas cerebrales responsables de la racionalidad, como la corteza prefrontal, en favor de la activación de regiones relacionadas con el sistema límbico, como la amígdala y el hipocampo, facilita un procesamiento emocional más profundo. Este cambio en la actividad cerebral permite una integración emocional y una resolución de traumas que pueden ser difíciles de alcanzar a través de la terapia tradicional. La amígdala, en particular, juega un papel crucial en el procesamiento de emociones intensas y recuerdos traumáticos, y su activación en estos estados expandidos puede llevar a una catarsis emocional significativa.

En estos estados de conciencia, la presencia de un facilitador experimentado es crucial. Un facilitador proporciona guía y asegura un entorno seguro durante la exploración de estos estados, ayudando a interpretar las experiencias y asegurando que el proceso sea terapéutico y no abrumador. Además, el facilitador juega un papel vital en la integración de las experiencias obtenidas, ayudando a contextualizarlas y aplicarlas a la vida diaria del paciente.

La Evasión de la Evidencia Paranormal

Cada vez que estamos cerca de presentar una evidencia contundente de un metafenómeno, ocurren eventos que impiden su revelación. Esta aparente interferencia, como si alguna entidad superior estuviera impidiendo la exposición de pruebas incontrovertibles, plantea interrogantes sobre el papel de la búsqueda personal y la fe en nuestra comprensión del mundo.

En primer lugar, consideremos la idea de que la evasión de la evidencia metafenoménica puede ser una invitación a la búsqueda interior y a la reflexión personal. Si una supuesta entidad superior evita la revelación de pruebas contundentes, podríamos interpretarlo como un estímulo que nos brinda para que cada individuo realice su propia búsqueda y encuentre respuestas a través de su experiencia personal. Esta perspectiva destaca la importancia de la introspección y el trabajo interior en la construcción de la fe. Al buscar en nuestro interior, cuestionar nuestras creencias y explorar nuestra espiritualidad, podemos encontrar un camino hacia la comprensión de lo enigmático y la búsqueda de la verdad.

Además, la evasión de la evidencia puede ser vista como un desafío para desarrollar una fe sólida y auténtica. Si se nos proporcionaran pruebas contundentes de lo metafenoménico de manera fácil y directa, podríamos caer en la complacencia y la falta de búsqueda personal.

Si todo se nos presentara de manera clara y evidente, perderíamos la oportunidad de enfrentarnos a las incertidumbres y desafíos que nos impulsan a buscar respuestas y dar sentido a nuestra existencia.

La negativa a mostrar pruebas incontrovertibles puede ser interpretada como una oportunidad para que cada individuo realice un trabajo interior profundo, cuestionando y fortaleciendo sus convicciones a través de la reflexión, la exploración y la conexión personal con lo divino o lo espiritual. En este sentido, el trabajo interior se convierte en un medio para alcanzar una fe arraigada en la experiencia y el conocimiento íntimo, en lugar de depender únicamente de pruebas externas.

La noción de que la búsqueda de la verdad y la fe requieren un esfuerzo personal significativo se vincula estrechamente con la idea de que cada respuesta sea personal, íntima y subjetiva. Si cada individuo se embarca en su propio viaje de búsqueda y exploración, encontrará respuestas que resuenen con su propia experiencia y perspectiva única. La individualidad y la subjetividad desempeñan un papel crucial en la construcción de la fe y la comprensión de lo metafenoménico. Al realizar un trabajo interior en busca de la verdad, nos abrimos a una multiplicidad de respuestas y significados, ya que nuestras experiencias y perspectivas varían.

Un Viaje de Descubrimiento

En última instancia, la búsqueda de experiencias excepcionales en el ámbito metafenoménico es una búsqueda de significado y de conexión con algo más grande que nosotros mismos. Es un viaje hacia lo desconocido, una aventura en los límites de la realidad y más allá. Y aunque nunca podamos comprender plenamente estos fenómenos, el mero acto de buscarlos nos transforma y nos enriquece.

Aceptar la posibilidad de lo inexplicable nos permite vivir con un sentido de asombro y misterio. Nos recuerda que, en el gran esquema del cosmos, somos solo pequeños exploradores en un vasto océano de desconocimiento. Este reconocimiento no solo nos humilla, sino que también nos eleva, permitiéndonos ver más allá de nuestras limitaciones.

Sí, investiguemos lo paronormal, pero experimentémoslo también, no encontraremos la verdad, pero sí que nos aproximaremos a la nuestra que hasta entonces no ha sido revelada

Fuente original. (artículo cedido por su autor).