El viernes  1 de diciembre de   1882,  a las 21.30, quedé a solas en una habitación y me senté junto a la chimenea; hice un esfuerzo tan intenso para concentrar mi mente en el interior de una casa en Kew…   en la cual vivía la señorita V con  sus dos hermanas,  que creí estar realmente en la casa. Durante este experimento debo haber caído en un sueño mesmérico, pues aunque es taba consciente no podía mover mis extremidades. No me parece que hubiera perdido la facultad de mover las, sino que no podía hacer el esfuerzo necesario para ello; sentí que mis manos, que estaban apoyadas de mayadamente en mis rodillas, separadas unos 15 centímetros, eran impulsadas involuntariamente a acercar se y parecían juntarse, aunque yo tenía conciencia de que no se movían.
A las 22, recuperé mi estado normal mediante un esfuerzo de voluntad, y entonces tomé un lapicero y escribí en una cuartilla los acontecimientos relatados. Esa misma noche, cuando me fui a la cama, decidí que estaría en el dormitorio del frente de la casa ya mencionada a las 24 y permanecería allí hasta haber hecho perceptible mi presencia espectral a sus moradores.
Al día siguiente, que era sábado, me trasladé a Kew… a pasar la tarde, y encontré a una hermana casada de la señorita V (cuyo nombre era L. El narrador la había visto una sola vez anteriormente). En el curso de la conversación (aunque en ningún momento pensé dirigirle pregunta alguna sobre este tema) me contó que la noche anterior me había visto claramente en dos ocasiones. La señora L había pasado la noche en Clarence Road (así se llamaba la casa de la señorita V) y durmió en el cuarto de enfrente. Alrededor de las 21.30 me había visto en el pasillo que va de una habitación a otra, y a las 24, todavía despierta, me vio entrar en el dormitorio y caminar hasta acercarme al lugar donde ella dormía; después había extendido mis manos hacia su pelo (que es muy largo). Me dijo también que después la aparición le tomó una mano y se quedó mirándola atentamente, acerca de lo cual ella había comentado: ‘No necesita leer las líneas, pues yo nunca he tenido preocupación alguna’. Entonces había despertado a la señorita V, que dormía con ella, y le había contado todo. Luego que escuché este relato, saqué del bolsillo el papel que contenía las anotaciones que yo había hecho la noche anterior, y lo mostré a algunos de los presentes, que quedaron realmente perplejos, aunque incrédulos… Pregunté a la señora L si estaría dormida en el momento en que se produjo la segunda experiencia. Lo negó fir memente, y afirmó que ya había olvidado un poco cuál era mi aspecto, pero que al verme tan claramente, me reconoció en seguida.
Esta señora y su hermana corroboraron el relato. En otros casos semejantes, se menciona con frecuencia el hecho de que el agente estaba sumido en uní intensa concentración.
Los dos rasgos característicos que es necesario tener en cuenta en este caso son: 1) La figura del agente fue vista, mientras caminaba por el pasillo, de una manera muy similar a como suelen verse las figuras en los casos de apariciones espectrales, y 2) La figura del’ agente se aproxima al lecho de la percipiente y actúa con aparente conciencia de que ella está pre sente, de un modo muy semejante a como se comportan las apariciones críticas.
Es obvia la similitud entre este caso experimental y los espontáneos comentados más adelante. Yo mismo he encontrado la documentación relativa a dieciséis casos en los que el experimento fue intentado con éxito; en la mayoría de ellos se pudo llevar a cabo a la primera tentativa. Aquí tenemos, pues, un experimento susceptible de ser repetido y que, por una u otra razón, ha sido ignorado por los investigadores. Es fácil apreciar la importancia de este experimento, ya que, si fuera posible repetirlo a voluntad, nos permitiría «fabricar» apariciones. Se conocerían el lugar y el momento exactos en que habrían de producirse, y se podrían disponer los medios adecuados para conseguir testimonios irrefutables, como cámaras fotográficas, aparatos para grabar discos, etc. Podría estudiarse, además, el’ estado del agente y aplicar la hipnosis y la sugestión en sus distintas formas. En varios de los casos documentados, el agente, después de concentrarse con toda energía en el percipiente elegido (el cual ignoraba mientras tanto que se intentaba el experimento), se había ido a dormir; y fue precisamente mientras dormía cuando vio la aparición.
El Sr. J. Kirie (Journal, V, 21-30) llevó a cabo nueve experimentos consecutivos (de los cuales solamente uno ha sido incluido en los dieciséis casos a que antes hice referencia, porque sólo en una ocasión fue vista realmente su aparición), y éstos son del mayor interés porque tienden un puente entre las apariciones experimentales y la telepatía experimental. Por ejemplo, en uno de los experimentos, en vez de intentar hacer visible su propia aparición, el Sr. Kirie intentó hacer ver al percipiente un disco brillante que tenía ante sus ojos. El percipiente vio nubes luminosas que se concentraban en un disco.